En un mundo donde la búsqueda de bienestar se entrelaza con la necesidad de encontrar soluciones holísticas para la salud, la marcha nórdica ha emergido como una práctica revolucionaria que va más allá de ser solo una actividad física. Originaria de Finlandia, esta manera de caminar con bastones ha ganado popularidad en todo el mundo, no solo por su eficacia al mejorar la condición física, sino también por su capacidad de actuar como una herramienta terapéutica integral.
De esta manera, la marcha nórdica ha encontrado un espacio crucial dentro de la atención hospitalaria. “En nuestro hospital, la idea de incorporarla como parte de los programas terapéuticos surgió hace unos tres años, cuando un miembro del equipo de Rehabilitación Física, después de participar en un curso centrado en esta técnica, reconoció el potencial que tenía para beneficiar a los pacientes”, apunta Carlos Flotats, fisioterapeuta del Hospital Sagrat Cor.
A causa de las limitaciones en las actividades hospitalarias derivadas de la pandemia de COVID-19, su implementación se retrasó hasta este año. “A la hora de desarrollar el programa, nos inspiró el éxito de iniciativas similares en otros centros de la congregación de Hermanas Hospitalarias, como el Hospital San Rafael, en Barcelona, y el de la Mare de Déu del Carme, en Valencia, donde la marcha nórdica ha demostrado ser una herramienta efectiva para promover la salud y el bienestar”, explica Núria Vendrell, también fisioterapeuta del hospital.
“¡Me ha mejorado la lumbalgia!” “Yo tengo menos sensación de ahogo”
Actualmente, hay dos grupos de personas que se benefician de la marcha nórdica en nuestro hospital. El primero está formado por personas atendidas de manera ambulatoria, en el hospital de día sociosanitario, mientras que el segundo incluye a personas atendidas en la Unidad de Salud Mental, tanto aquellas que padecen trastornos de la conducta alimentaria como las que están en proceso de rehabilitación psiquiátrica. “Me ha mejorado mucho la lumbalgia”, asegura Mercedes, una de las participantes. “Yo tengo menos sensación de ahogo”, añade Laura. “Y yo tengo más tolerancia al esfuerzo”, dice Juan.
“Los beneficios físicos de la marcha nórdica son numerosos. Esta técnica mejora la coordinación, el equilibrio, la flexibilidad y la elasticidad, lo que la convierte en una opción ideal para personas de todas las edades y niveles de aptitud física”, añade Juan Antonio Guzmán, también fisioterapeuta del centro. “Además, fortalece el sistema cardiovascular y ayuda a controlar diversas condiciones de salud, como la diabetes, la obesidad y las enfermedades cardiovasculares”, continúa detallando.
Las sesiones de marcha nórdica se llevan a cabo una vez a la semana, con una duración de aproximadamente una hora, en nuestras instalaciones hospitalarias. La participación en cada sesión se mantiene en grupos pequeños, de siete u ocho personas, lo que permite dedicarles una atención personalizada y disfrutar de un ambiente de apoyo mutuo. A pesar de la satisfacción de los usuarios, explican que les gustaría realizar esta actividad fuera del recinto.
Mirando hacia el futuro, hay un claro interés en expandir este programa terapéutico para incluir a otros grupos. “Se está considerando la posibilidad de involucrar a colaboradores del hospital en estas sesiones, así como también la opción de llevar a cabo actividades al aire libre fuera de las instalaciones hospitalarias”, comenta Juan Antonio Guzmán.